La violencia en la familia, por la Lic. en Terapia Ocupacional Analía Garcia.
La violencia en el seno de la familia comprende todo acto agresivo, empleo de la fuerza física, agresiones sexuales, psicológicas y maltrato emocional que se manifiesta a través de palabras hirientes, vejaciones, descalificaciones, humillaciones, insultos y gritos.
Estos actos generalmente son ejercidos sobre aquellas personas en desigualdad de condiciones, como serían los niños, las mujeres, los ancianos y las personas discapacitadas.
En esta situación la persona agredida comienza a sentirse insegura y desvalorizada; afectando su causalidad personal y desarrollo emocional, lo cual repercute en el desempeño escolar, laboral, social y en todas las demás áreas ocupacionales.
A lo largo de la infancia impide el desarrollo normal y afecta el aspecto conductual, cognitivo y emocional. Se asocia a dificultades para dormir, para concentrarse, para relacionarse y para afrontar peculiaridades del entorno. Las actitudes y la competencia social se ven afectadas; como así también el desarrollo de diversas actividades que las personas deseen ejercer.
La familia debe ser el mejor lugar para crecer y para ello debemos procurar tiempo de calidad entre los integrantes, diálogo, juego, entretenimiento, trabajo, respeto, educación, amabilidad, tolerancia, dedicación y todo esto ejercido con mucho amor.
Respetemos al niño y su privacidad para que él crezca sano y feliz. Como padres corrijámoslo en privado, evitemos hablar de sus fallas o problemas delante de otros y jamás comparemos su comportamiento con el de otros niños. Cada persona es única y especial, con derecho a ser respetada, valorada y amada por su familia. Una familia fuerte sabe enfrentar las adversidades de la vida y es capaz de ser resiliente a pesar de las circunstancias que se le presenten.
Vea que lo que uno aprende a la fuerza, lo recuerda con dolor. Pero lo que uno aprende con suavidad, lo recuerda con amor y logra transmitirlo a las generaciones venideras.
Estos actos generalmente son ejercidos sobre aquellas personas en desigualdad de condiciones, como serían los niños, las mujeres, los ancianos y las personas discapacitadas.
En esta situación la persona agredida comienza a sentirse insegura y desvalorizada; afectando su causalidad personal y desarrollo emocional, lo cual repercute en el desempeño escolar, laboral, social y en todas las demás áreas ocupacionales.
A lo largo de la infancia impide el desarrollo normal y afecta el aspecto conductual, cognitivo y emocional. Se asocia a dificultades para dormir, para concentrarse, para relacionarse y para afrontar peculiaridades del entorno. Las actitudes y la competencia social se ven afectadas; como así también el desarrollo de diversas actividades que las personas deseen ejercer.
La familia debe ser el mejor lugar para crecer y para ello debemos procurar tiempo de calidad entre los integrantes, diálogo, juego, entretenimiento, trabajo, respeto, educación, amabilidad, tolerancia, dedicación y todo esto ejercido con mucho amor.
Respetemos al niño y su privacidad para que él crezca sano y feliz. Como padres corrijámoslo en privado, evitemos hablar de sus fallas o problemas delante de otros y jamás comparemos su comportamiento con el de otros niños. Cada persona es única y especial, con derecho a ser respetada, valorada y amada por su familia. Una familia fuerte sabe enfrentar las adversidades de la vida y es capaz de ser resiliente a pesar de las circunstancias que se le presenten.
Vea que lo que uno aprende a la fuerza, lo recuerda con dolor. Pero lo que uno aprende con suavidad, lo recuerda con amor y logra transmitirlo a las generaciones venideras.
Lic. Analía Garcia.
Terapista Ocupacional.
Egresada de la Universidad Nacional de Quilmes.
Para contactarse con la autora, ingrese el siguiente formulario de contacto. Muchas gracias.
Terapista Ocupacional.
Egresada de la Universidad Nacional de Quilmes.
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